¿En dónde ponemos nuestra atención?
Nuestro cerebro tiene un mecanismo de organización que nos permite la concentración de manera que podamos aislar aquello que no es útil en determinado momento para ocuparnos de aquello que si nos interesa realmente.
Es así como cuando nos encontramos absortos en la lectura de un libro, mirando una película, tocando un instrumento, preparando una torta, escribiendo un artículo o cualquier actividad que nos implica concentrarnos, pareciera que todo lo demás no existe, es como si nos aisláramos del entorno para focalizar nuestra atención en lo que estamos haciendo…
Esto es sumamente importante para el funcionamiento humano dentro del proceso de aprendizaje, pero ¿qué ocurre cuando intervienen las emociones?
Dentro del complejo funcionamiento orgánico-emocional que posee el humano, las emociones están asociadas con pensamientos, ideas, creencias, imágenes, sonidos, olores, sabores y todo lo que ocurre cuando ellas están al mando de nuestros centros funcionales (mente, emoción, instinto y físico)
Si la experiencia nos es agradable, generamos mecanismos que nos llevan a querer prolongar esas sensaciones asociadas al estado emocional y las recordamos con agrado y una sonrisa en el rostro, nos nutren y son valiosísimas dosis de energía y químicos que fortalecen nuestros sistemas de salud y funcionamiento biológico.
Pero que ocurre con esa experiencia cuando nos es desagradable, sucede exactamente lo contrario, luchamos para no sentirla, para no experimentar eso que estamos experimentando, es entonces cuando experimentamos resistencia, carencias, vacíos y buscamos controlar las variables posible para lograr lo que llamamos “equilibrio, centro, armonía, bienestar, etc…”, muchas veces perdiendo salud y vitalidad en ello.
Dependiendo de la intensidad y periodicidad con que nos encontremos ante estímulos agradables o desagradables, nuestros centros de recepción y procesamiento, (sentidos), sistemas neurológicos (reptil, límbico y neocorteza) y sistemas energéticos (centros de energía y campos) se ajustan y se encuentran en constante mutación hacia el logro del mayor beneficio para nuestro Ser Integral. Pero ocurre que en ese proceso de ajuste muchas veces eliminamos eso que nos puede nutrir por quedarnos focalizados en aquello que queremos se valla o cambie dentro de nosotros.
Por ejemplo en una relación de pareja que tiene 28 años de casados, desde hace cinco, los problemas se han incrementado a tal punto que piensan en la separación… cuando vienen a consulta y les dices cómo has sido estos 28 años de convivencia, las personas comienzan a buscar entre sus recuerdos, así como si fuera un esfuerzo y luego de unos minutos de entrar en sus archivos de recuerdos dicen algo así…” bueno hemos tenido momentos buenos pero desde hace cinco años …” y a partir de allí sólo hablan de los últimos cinco años y con detalles!
¿Qué ocurre? Han focalizado su atención en el dolor y no en el agrado,, es por esto que los 23 años anteriores en los que hubo una vida relativamente armónica, se eliminan, se archiva, se aíslan…
Hoy en día muchas personas caminan por inercia, en automático y se han desconectado de muchas de las experiencias de vida que les son nutritivas y útiles, aún en estos tiempos que para algunos son difíciles…
Hay múltiples opciones para reconectarse con recursos propios y estados potenciadores para la vida… pronto te regalo uno de ellos.
Mi abrazo de alma y recuerda que estoy aquí para ti…
Yuleika C. Guzmán R.
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